Estos son los apuntes que tomé de la charla que Claudio Gómez, ingeniero mecánico, dio en el contexto de las Jornadas organizadas por Angel, de La Despensa, en la Universidad de Burgos.
El la que se explica la importancia y el cómo del diseño hidrológico. Es necesario manejar el agua en agricultura, en especial ahora con estas sequías.
“¿Dónde llueve más?”, nos preguntó varias veces, mostrando varias fotos que luego resultaron ser una misma foto partida.
No es lo importante cuánto llueve sino cómo llueve; no es la existencia de agua sino la disponibilidad, y la efectividad, cómo de efectivas son esas lluvias. Y cómo las aprovechamos.
La diferencia entre terrenos secos, negros y verdes es la toma de decisiones, la gestión.
Solo hay que mirar el telediario para ver la energía que libera el agua, en embalses, pozos. Puede causar estragos. Una gota de agua, cuando toca el suelo, lo fragmenta, en especial si está desnudo. Y en cemento no germina nada.
La parte de arriba ‘sella’ el suelo. Las partículas más finas quedan arriba.
Si la película está mojada, es impermeable. Cuando el suelo esta desnudo, cuando volteamos el suelo, no dejamos que el suelo aproveche el agua.
Foto de Burgos día normal (2691_06) Barrizal de todo el agua que cae al camino desde la parcela de cultivo.
En la parte de abajo de la finca, no se trabaja. Cuando cae ese sedimento al llover, se lleva con el, el agua, y la tierra, que no se ha aprovechado en el cultivo. Se pierde el agua y se erosiona el suelo. Y todo este que se pierde es dinero.
La foto 2694_07, es un mapa de erosión y de zonas de vega y de páramos.
Se estima que entre 25 y 50 toneladas de agua se pierden por hectárea y año. No es tan exagerado como en Andalucía pero perdemos mucho suelo en Castilla y León, y ese suelo que se pierde es el mejor suelo, y con él, se pierde también mucha agua. Hay que cambiar el concepto, no es cuánto llueve sino cómo lo aprovechamos.
Tomamos decisiones que hacen que más del 80% del agua se va de nuestros suelos, llevándose lo mejor de él. Pero cuando dejamos al menos rastrojo en el suelo, protege de esas pérdidas, y también de “dinamita”, consigue que no haya “correntías” y haya más infiltración. Solamente con dejar el rastrojo.
Quien deja rastrojo aprovecha ese 80% que el anterior pierde. En cultivo permanente, el suelo está estructurado de forma que todo el agua se aprovecha.
El agua corre por lo llano, aunque en Burgos no hay superficie llana. Nos hemos acostumbrado a ver el rio achocolatado cuando llueve. El problema está en cada metro cuadrado de terreno que no es capaz de absorber o infiltrar el agua que cae.
El aterrazamiento (hacer de una colina terrazas) es una tecnología medieval. Cuesta mucho dinero y energía pero se está retomando, por ejemplo en Estados Unidos. El aterrazamiento consiste en que tenemos una ladera y conseguimos escalones.
Y hay una diferencia grande entre varias macro terrazas y miles de micro terrazas. Con terrazas pequeñas la intervención no es tan agresiva con la estructura del suelo, cambiando la rugosidad del suelo, y no cuesta tanto.
Al hacer surcos de patatas, lo que hacemos es abrir vías de agua. Cualquier trabajo altera la superficie del suelo.
En cultivos en terrazas, o fajas: en cada escalón, podemos plantar un cultivo, según sus ciclos. La vegetación evita el arrastre de suelo desde la zona desnuda, si es que deberíamos dejar cualquier zona desnuda. Esta técnica de aterrazamiento se viene usando desde los años 30. Debemos recordar que no solo generamos alimentos, también generamos paisaje.
La Laguna Blanca en Argentina es una vuelta de tuerca a esta técnica. Entre las fajas se ha movido la tierra generando un ‘caballón’ (o subcoalto?), una barrera, un surco, para que el agua se quede entre fajas. En un llano pensaríamos que no hace falta pero en llano también corre el agua. Las recomendaciones varían en función de la pendiente del terreno y la anchura de la faja o terraza.
En terrenos con pendientes bajas, el ahorro de combustible es de un 9%. aunque haya que maniobrar más, hay que sopesar también el ahorro de agua y fertilizante. Según qué superficies puede suponer 600€ solo cambiando de patrón, solo con ese cambio entre un 10 y un 50% de aumento de productividad.
Sobre caballones: vemos cada vez más eventos meteorológicos extremos. No solo llueve menos, los eventos (lluvias) son más extraviados y torrenciales. El objetivo de los caballones es que este agua no se quede en superficie sino que se quede (absorba) o se infiltre hacia el subsuelo.
Levantar un terreno requiere mucha energía, pero en vez de caballones o bancalas, se pueden hacer ranuras, “sub-solado, ranulado”, que permite hacer en cultivos existentes, no hay que esperar a que esté desnudo, se puede hacer incluso en terrenos con árboles. Se hacen ranuras para que el agua caiga en ellas en vez de en el rio, en vez de que se quede en la superficie (causando que arrastre tierra, perdiendo suelo).
Esto mejora también suelos que no están desnudos, porque aunque estén llenos de vegetación, un suelo tiene un limite de lo que puede absorber, llega un momento que se satura y corre el agua. Con las ranuras se evita que corra, o al menos multiplicamos la capacidad de infiltrar agua de la tierra. La aumentamos hasta 60 o 70 litros por metro cuadrado.
Para eso hay aperos (foto 14) diseñado por un agricultor que despidió a su agrónomo porque lo que le diseñaba eran políticas que empobrecían el suelo.
Diseño en línea clave trasversal: planificando globalmente, teniendo en cuenta más cosas que la producción: accesos a la tierra, cómo funcionan los ecosistemas, la biodiversidad alrededor. Hay que entender la gestión del agua para redistribuir el agua. Hacer ranuras con un impacto mínimo, a poder ser sin maquinaria pesada.
Hoy los suelos están demasiado compactados por culpa de la maquinaria. No hay suelo en el mundo diseñado para soportar toneladas de maquinaria. Aunque removamos la superficie, el suelo más profundo ya está compactado (por años de tractores etc). Y solo se aprovechan esos 10, 20 cm que se remueven en la superficie. Cuantos más centímetros no estén compactados, más comida a disposición del cultivo y del ganado.
Las ranuras, en la “suela de labor”, son vías de agua y también son vías de aire. La rueda corta el rastrojo, en un corte limpio, y descompacta. La ola es porque el suelo de abajo viene hacia arriba, pero sin intercambio de ‘horizontes’. Con vías de agua, haciendo que el agua penetre en la tierra, en profundidad, se da lugar a que aparezca la vida y con ella aumenta la productividad, y con ella la rentabilidad.
Con la suela de labor se abren nuevas vías para que las raíces puedan explorar más, y vayan hacia esas zonas que hemos creado, donde hay más agua almacenada. Y las raíces rompen, descomponen ese suelo más profundo. La mejor maquinaria de desfragmentar, de romper el suelo, es la raíz de las plantas. La estructura del suelo es la que hace que el suelo sea permeable, que permita permear el oxígeno, el aire, y el agua.
Como en una casa, en la tierra lo más importante es el espacio entre paredes. Al hacer estas franjas movemos el suelo, no rompemos la estructura química; moviéndolo cada año sí. El romper afecta a la estructura macro, no a la estructura micro.
La forma importa. No se puede romper un huevo con presión, aquí lo mismo, el instrumento va a ser punzante.
Hay que buscar un momento óptimo; para el ranurado suele ser pasado el primer tempero. Cuando la capa de arriba esté húmeda pero la profunda no. cuando la humedad es constante, tiene plasticidad y se desplaza en vez de fragmentarse. Hay que buscar el equilibrio, romper lo que estaba compactado sin desestructurar. Descompactar es romper cuanto más mejor. La gestión hidrológica trata de fragmentar sin compactar.
A nivel hidrológico interesa una descompactación paulatina año tras año que permita gestionar el agua.
Aumenta la vida cuando hay agua filtrada. Si el agua corre a nivel “sub-superficial” también se pierde, por eso es mejor descompactar paulatinamente, si no, creamos una capa profunda impermeable.
El agua tiende a concentrarse en los valles.
Si el suelo se satura rápidamente, el agua baja. Si la colina, o loma, no absorbe, baja el agua y se concentra ahí. Si planificamos la distribución, a nivel superficial o sub-superficial, podemos aumentar el mantenimiento del agua en suelo, en zona de colina. Haciendo ranura de nivel se mantiene el agua (hasta que se satura); con una ranura de desnivel, se hace que el agua caiga a donde queramos. Y así por toda la ladera, con patrones paralelos (o no, según queramos).