No me invites a la plaza

Me produce una mezcla de sorpresa y de tedio seguir encontrando direcciones de gmail en listas de correo de proyectos alternativos que dicen luchar contra las grandes megacorporaciones.

Hace años escribí este artículo para colegas de indymedia que me invitaron a un grupo de telegram, y para otros que empezaron a comunicarse a través de twitter para preparar la celebración del 20 aniversario de indymedia.

Esto es una actualización.

Indymedia fue un gran proyecto, casi mundial, nacido en Seattle, Virginia, EE.UU., en 1999. Fue el primer “lugar”, el primer portal de Internet en el que cualquiera que tuviera un ordenador y una conexión a Internet podía publicar sus propias noticias: su propio texto y contenido multimedia.

Con mucha relevancia perdida ahora que usamos otras herramientas que alimentan más y mejor nuestro ego y de forma más adictiva, indymedia ha mantenido su atractivo permitiendo lo que las grandes corporaciones no hacen: publicar anónimamente. Otras herramientas han surgido también utilizando el formato ‘blog’: noblogs y network23 por ejemplo.

La gente detrás de indymedia estaba y sigue estando comprometida con este mito de los derechos humanos y, entre ellos, los de libertad de expresión y privacidad de las comunicaciones.

Según nos hacemos mayores, mucha de la gente que estuvimos allí seguimos detrás de otros proyectos con el mismo espí­ritu, a saber: que para defender los derechos humanos no podemos utilizar las herramientas que están en manos de aquellos que están destruyendo esos derechos humanos.

O que no se puede “combatir al amo con las herramientas del amo”.

Nos recuerda, más de lo que nos gustaría, cuán mayores somos, el pensar que hace ya unos veinte años, hacíamos nacer los proyectos que nos apasionaban mediante reuniones cara a cara y luego los hacíamos crecer a través de listas de correo. Por ejemplo en indymedia, este sistema de listas de correo organizó a más de mil voluntarios, de manera más o menos efectiva, durante al menos una década.

Luego el Capital desarrolló herramientas mucho más chulas y orientadas al ego y a la adicción, y luego vinieron las aplicaciones móviles que permití­an el uso de estas herramientas tan chulas sin la necesidad de un ordenador – con el móvil vale. Una simple mirada a nuestro alrededor nos muestra que la mayorí­a de la gente nacida durante estos últimos veinte años ni siquiera necesita un ordenador; algunas sólo han aprendido a usar Internet en términos de facebook y whatsapp. Veo una imagen similar cuando trabajo con gente mayor de sesenta años.

Así­ que incluso para aquellos de nosotros conscientes de la importancia de la privacidad de nuestras conversaciones personales, los teléfonos inteligentes y lo que se puede hacer con ellos se convirtió en algo tan genial, que trasladamos la mayor parte de nuestras comunicaciones -ahora llamadas nuestras vidas sociales en lí­nea, o nuestra “presencia digital”- al móvil, dejando cosas arcaicas como el correo electrónico a una fracción de esas comunicaciones, si es que se utilizaba en absoluto.

No es sólo que los teléfonos inteligentes y lo que se puede hacer con ellos es mucho más genial que lo que se puede hacer con el correo electrónico. Hay que ir a esa plaza pública porque ahí­ es donde la gente está dispuesta a moverse. No se puede llevarla al callejón para inspirarla en los derechos humanos. El Capital ha hecho que esa plaza pública sea tan brutalmente atractiva tanto para las masas como para los activistas, que no es posible atraerlas de vuelta a ese callejón al parecer sin salida, de privadísimo, del mundo de las comunicaciones en privado y al margen de las grandes corporaciones. El Capital, con todos sus atractivos, nos ha alejado de las herramientas de privacidad, seguridad y conceptos oscuros como soberanía de las comunicaciones.

La encriptación o el cifrado (especí­ficamente, y sin enredarse demasiado en acrónimos, el tipo de tecnologí­a que utiliza el Enigmail de Thunderbird) ha demostrado ser indescifrable en términos de duración de la vida humana. El Capital, o quizás más exactamente el Sistema en el que se basa, ha admitido que no ha sido capaz de romper esa encriptación. Así­ que el siguiente paso ha sido conseguir que sea irrelevante, apartándonos de su uso.

Al mismo tiempo y lugar que el nacimiento de indymedia, fue el de riseup como proveedor de correo electrónico (en España, SinDominio nació algo antes). En estos veinte años largos se han multiplicado los colectivos que proporcionan comunicaciones seguras en al menos dos continentes.

Por eso, porque las alternativas ya existen, aunque nos hemos acostumbrado a tener que organizar nuestras acciones y charlas abiertas en whatsapp y anunciarlas en facebook, nos duele especialmente llegar a una lista de correo de una organización que se supone opuesta a las grandes megacorporaciones, y encontrarla llenas de direcciones de correo de alguna de esas megacorporaciones.

Y la seguridad de las comunicaciones que proporcionan algunos de estos colectivos ha mejorado hasta el punto de que los correos electrónicos entre ellos, aunque no estén encriptados con tecnologí­a Enigmail, se encriptan “en ruta”, sin que el remitente ni el receptor tengan que realizar ninguna tarea extra.

Y no es sólo encriptación, o cifrado. Se trata de usar las herramientas incrustadas en El Capital, o usar herramientas creadas por colectivos y amigas nuestras. Incluso sin usar encriptación/cifrado, tus comunicaciones con tus amigas, y el proyecto que estás creando con ellos, van a funcionar mejor usando nuestras propias herramientas. Las herramientas del Capital pueden ser más fiables y estables y, por supuesto, más chulas que las nuestras, pero sólo estarán disponibles mientras El Capital nos lo conceda. Con cerca de diez grupos cerrados por semana en promedio por facebook, y twitter también cerrando rutinariamente cuentas de orientación polí­tica, es la supervivencia de nuestras comunicaciones y redes lo que está en juego.

Sí, nuestros servidores basados en donaciones se desconectan de vez en cuando. Pero sabemos dónde avisar y dónde pedir ayuda. No hay comunicación con soporte técnico, si existe, de los servicios que dicen ser gratuitos – que los cobran porque “el producto eres tú”, tus datos, y los míos cuando escribo un correo que recibes tú aunque yo no use gmail – o cualquiera de las GAFAM. Todo un artículo aparte podría escribirse de las horas que han de pasar los equipos de administración de los servidores alternativos de correo rellenando formularios de gmail, hotmail, yahoo, etc., para salir de sus automatizadas ‘listas de spammers’ para que podamos seguir comunicándonos, enviando correos desde un aktivix.org o nogafam.es que se reciban en los buzones de esas mega corporaciones.

Así­ que, entre nosotros, activistas veteranas, por favor, continuemos utilizando los servicios seguros de correo electrónico que nuestros envejecientes camaradas siguen manteniendo. Y cuando estemos en la plaza pública, sigamos invitando a la gente a conocer las herramientas que están usando y las que podrí­an usar.

https://help.riseup.net/en/security/resources/radical-servers
ttps://we.riseup.net/yellowpages/services
https://libreho.st

Estos colectivos pueden ayudar a base de donaciones y se les puede hablar en castellano:

https://sindominio.net
https://nogafam.es
https://aktivix.org

(Antiguo,relacionado: Así que utilizas un proveedor de correo electrónico corporativo)

1 thought on “No me invites a la plaza

  1. Excelente. Vivo lo mismo y tampoco quiero ir a esa plaza donde para organizarte con alguna gente te obligan a ir. La comodidad y la gratuidad ganan en su balanza frente a la seguridad (1984 o Un mundo feliz) y la soberanía de las comunicaciones. Esperemos que cambie, yo cada día estoy en ese intento.

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