Diferentes ventanas, mismos montes. El monte con los pinos. Las casetas en la cima. Las antenas. Los molinos. Y más monte. Y detrás del monte, la sierra. Los mismos verdes, los mismos ocres. Siempre al sol, siempre al viento. Las rocas agrestes. El cielo azul, el sol implacable, secando la tierra, haciendo lo bello siempre tan duro. Y a los lejos, más monte, más sierra. Detrás de la sierra, quizás el llano, casi infinito. Amarillo, trigo agostado. Después del llano incierto, más monte, más sierra. Hasta el horizonte. Más allá, siempre el monte. La montaña. La sierra. Ancho es el llano, ancha es Castilla. No hay llano sin monte, no hay Castilla sin sierra. Monte tras monte. Detrás, el cielo.