Precariedad de la vivienda

No he estado en Londres ni seis años pero ya he estado en más de diez direcciones. Decidí parar de contarlas en la undécima. Hubo un momento en el que iba a uno de esos lugares en donde hay que notificar el cambio de dirección, y la mujer del mostrador me miraba con incredulidad: “¿Es esta su dirección permanente?” “Permanente o no permanente, es la única que tengo”, pensé. “Sí lo es”, dije.
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