La Corona. Una reseña y su reflexión.


Nos gusta googlebox Porque nos gusta la comedia. Después de un día largo, cuando estás agotado pero no lo suficiente como para ir a dormir, y quieres ver algo que simplemente te haga reír … hay muchos cómicos profesionales excelentes, y por supuesto tenemos nuestros favoritos, pero eso sería suficiente para otra entrada.

Y luego, nos dijeron, y estuvimos de acuerdo, que la gente no-profesional, ‘normal’ (¿qué es normal?) que grababan viendo televisión, hacían comentarios más brutalmente divertidos que ninguno de los que habíamos visto.

El programa ha tenido otras ventajas, que nuevamente serían suficientes para otra entrada. Una de ellas ha sido enterarnos de otros buenos programas. Y ahí es donde va esto: La Corona.

Me parece recordar que ya cuando vimos a esa gente verla en Googlebox que la comentaban que no importaba si eras monárquico o republicano. Era simplemente buena televisión.

Sí, es buena tele. Hasta el punto de que casi no importa que el tema sea una institución que no aprobamos. Es tan anacrónica. Pero es buena tele. Es tan buena que lo mismo podría estar contando una historia completamente ficticia. El valor añadido de que sea una historia real es que conocemos la mayoría de los nombres, los hemos oído antes, o leído sobre ellos, en las noticias, en las crónicas de chismes. Y aquellos de los que no hemos oído hablar, vamos a la enciclopedia más cercana (wikipedia, por ejemplo), ¡y ahí están! Con una biografía. Todos son personajes reales.

Algunas veces te preguntas, ¿esto realmente sucedió? ¿Cómo pueden saber si esta escena fue así, si están solos la reina y el duque en esa habitación? ¿Los entrevistaron? Pero otras veces la duda desaparece y el placer es doble, como cuando ves al príncipe consorte decir a sus hijos: “ahora no hay fotógrafos. Podemos abrazarnos”. Y hay personas presentes, por lo que piensas, esto realmente sucedió, hubo testigos y no es tan difícil contrastarlos sobre eso. Esa escena en particular es agradable y creíble. Por ejemplo.

Pero luego, siendo la buena televisión que es, sí tiene un tema específico. La Corona. La Monarquía. Y por mucho que queremos centrar nuestra atención en los personajes individuales, el drama personal … Hay episodios enteros sobre ‘sacrificio’ personal. En opinión de algunos, algunas veces grandes sacrificios, algunas veces enormes sacrificios estúpidos que algunos tienen que hacer para la supervivencia de la institución.

Hubo momentos (en el medievo, estilo juego de tronos) en que las mujeres se daban en matrimonio en un intercambio por un tratado de paz. Vendidas por sus familias en nombre de la paz, o la supervivencia de un país, o su prosperidad, por medio de la unión de dos coronas, que con suerte, y algunas veces eventualmente, conducirían a la unión de los dos países.

Pero ahora los países no funcionan así. Los estados modernos no envían a un miembro femenino de la realeza o nobleza para sellar un tratado.

En el espectáculo, no somos testigos de ningún matrimonio concertado. Somos testigos de la enorme presión para organizar rupturas antes del matrimonio. No-matrimonios concertados. Rupturas por encargo. La amenaza muy real de ser rechazado/a por su propia familia si se busca un matrimonio inconveniente. Y el sacrificio, por qué. No era Gran Bretaña lo que estaba en riesgo con la boda de ninguno de los miembros de la realeza con un divorciado. Ni la paz. El sacrificio no fue para la supervivencia de otra cosa que la institución de la monarquía misma. Para la preservación de la posición de una familia en el sistema monárquico de sucesión y, con ella, sus privilegios, es decir, palacios lujosos donde vivir con un ejército de sirvientes y empleos muy, muy bien remunerados y de por vida.

El monarca que abdicó para casarse con una divorciada de Estados Unidos renunció a (una gran parte de) eso. No es que viviera en la miseria desde entonces, pero fue rechazado por su propio hermano y su familia – no más reuniones familiares, ciertamente, no con su esposa. La hermana de la reina se encontró en una situación muy similar. En lugar de enfrentar el mismo destino de su tío, ella renunció al (primer) amor de su vida.

Por alguna razón, después de que los monarcas perdieran su poder político, se supone que ellos y sus familias (por sus partidarios, supongo) son ‘ejemplos’ de una especie de ‘moralidad’. Parece ser lo que se desprende de esta serie sobre la corona británica, y por lo que he oído en programas españoles de tertulias sobre la corona española también. No es algo sobre lo que se haya preguntado nunca a ninguna de estas poblaciones, pero por alguna razón lo asumen las élites ‘doctas’ en la materia.

En mi opinión, lo que este espectáculo pone en relevancia es la estupidez de estos ‘sacrificios’. Sí, se puede argumentar que ‘se lo merecen’, ya que tienen tanta riqueza que la mayoría de sus súbditos jamás podrían siquiera imaginar. Pero dejando de lado su riqueza. Sabemos que la institución monárquica es anacrónica y es difícil entender por qué los miembros de esta familia en particular no pueden beneficiarse de los avances de los que el resto de nosotros podemos, a saber, por ejemplo, el divorcio cuando sabes que tu marido está encaprichado de una bailarina. O casarte con el hombre que quieres, aunque esté divorciado. Pero esta gente está emparentada con la cabeza de una iglesia que incidentalmente no aprueba ciertas libertades.

Lo que siento que hace este programa es poner la idiotez de estos sacrificios directamente en la carne. Vemos en las caras de los actores cómo estas decisiones los desgarran. Y me pregunto qué les hace este desgarro a los partidarios convencidos de la monarquía como institución. Me pregunto si el sufrimiento humano tocará a todos lo suficiente como para preguntarse, ¿Necesitamos, de verdad necesita alguien este sufrimiento para un bien mayor? ¿Necesitamos que esta gente viva tan obscenamente rica y bien sufriendo por nuestro bien?